Desde el refortalecimiento planteamos que debemos movernos desde un paradigma que mantiene una economía de dependencia y mantengo hacia una economía que promueva la gestión horizontal, la autonomía y la vida. Para logarlo hay que evitar, a toda costa, tres ‘actitudes’ (creencias, sentimientos y acciones) o prácticas: paternalismo, asistencialismo y clientelismo. Paternalismo es ver a las personas como hijos o hijas, necesitados de guía y consejo, con más disciplina que afecto. Donde se busca ayudarlas de forma condescendiente, enfocándose en lo que les falta, Asistencialismo es ver a las personas como frágiles e incapaces necesitadas de apoyo y orientación, tratándolas con caridad y misericordia, enfocándose en sus debilidades. Clientelismo es ver a las personas como clientes orientados a consumir y gastar, tratándolas con adulación y manipulación. Donde se busca crear necesidades y dependencia de lo que se quiere ‘vender’ (sea material, psicológico, emocional o espiritual). Por eso decimos que nadie refortalece a nadie, sino que nos refortalecemos, unos a otras, en las redes de relaciones que establecemos. Para logarlo debemos romper con la ilusión de que venimos a salvar a los demás, o al mundo. También romper con las pretensiones quijotescas de que luchamos en soledad contra monstruos de viento invisibilizando a Sancho, explotando a Rocinante y reduciendo a Dulcinea al silencio. Finalmente, comprender que todo punto de vista es la vista de un punto, que nos deja con una visión fragmentada de la realidad sino las juntamos. Por eso incluir los puntos de vista de los demás, no es una opción, sino un requisito para multiplicar las raíces del mismo sueño. Los sueños se refortalecen cuando sus raíces crecen, el sueño de una economía solidaria y nosotros somos las raíces que le dan vida.
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